El Convite

Andalucia profunda

la idea era llegar a la Andalucía más profunda, rural y desconocida. Sorprender desde la autenticidad rural, con la elegancia de la simplicidad, pero la abundancia propia de una noche gala.

«El Convite» fue el nombre que esta pareja dio a su boda. Pero el nombre a su vez llevaba implícito la atmósfera que quisieron impregnar en los invitados: una boda en la que los amigos y familiares se sintiesen en su propia casa desde el primer día.

 

Para tal ocasión, alquilaron un Monasterio del siglo XVI en la Sierra de Sevilla. Ése sería el «centro de operaciones» donde se alojaban familiares y amigos cercanos, no obstante, otros  invitados  (que llegaban de todos los rincones del Mundo) buscaron alojamiento en espacios rurales y hoteles boutique de la zona. En total, eran 180 almas con ganas de pasarlo bien. Así empieza la historia de «El Convite».

«El Convite» empezó un día antes recibiendo a los invitados en la Plaza del pueblo que el Ayuntamiento cedió para tal ocasión. Se eligió un bar cercano de renombre que sirvió tapas y bebidas a los asistentes. Una tarde de verano inolvidable en en corazón de Andalucía.

El día siguiente fue el gran día. Los novios se vistieron en diferentes salas del Monasterio con amigos íntimos, familia, y una copa de champagne. Para la ceremonia el lugar elegido fue los antiguos aposentos de los monjes cartujos, hoy en ruina, que daban un toque «rural» y ayudaría a provocar el gran impacto que los invitados vivieron al entrar en la zona donde estaba preparada la cena: la antigua iglesia.

Qué empiece la Fiesta!

A medida que íbamos trabajando en el proyecto de diseño de este «Convite» nos dimos cuenta que Fellini estaba presente en pequeños detalles, así que decidimos apostar por esa estética y hacerlo presente en los granes detalles.

Esta iglesia quedó decorada gracias a un proyecto de iluminación que se diseñó durante semanas, pero también gracias a menaje y materiales provenientes de diferentes proveedores que hicieron de este montaje un evento único. El menú musical durante la cena fue estudiado meticulosamente: comenzaron con bandas sonoras propias del cine italiano de los 60, y terminaron con Héctor Lavoe. Imagínense. Entre canción y canción, la banda del pueblo atravesó la igleisia al más puro estilo Fellini. La comida fue servida al centro de las mesas, donde los invitados se servían vino y champagne a su antojo, y donde el servicio de camareros se redujo a un mero apoyo. Y es que, como decíamos, estábamos en un «Convite» y los protagonistas eran los invitados…

Se compartió comida, champagne, buen vino andaluz, pero también se compartió locura, con una improvisada conga, la banda del pueblo atravesando el espacio de la cena, y baile, mucho baile…

 

Deejays amigos de la pareja y las guitarras afiladas de la Banda del Pájaro pusieron  un broche de oro a una boda inolvidable.

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